La vida en cuatro letras: Claves para entender la diversidad, la enfermedad y la felicidad del doctor Carlos López-Otín es un relato íntimo y detallado de una de las épocas más complejas de su carrera como investigador. Pero también es una de las cartas de amor más conmovedoras a la vida y la lectura perfecta para estos momentos de crisis e incertidumbre.
El doctor Carlos López Otín es uno de los científicos más importantes de España y uno de los mayores tesoros de la Universidad de Oviedo. Catedrático de Bioquímica en esta universidad, desarrolla su investigación desde hace décadas sobre dos de los grandes miedos de la vida posmoderna: el cáncer y el envejecimiento. Por su laboratorio han pasado casos extremadamente raros, casos desesperados y casos que buscan respuesta pero que, de momento, no la han encontrado.

En esta ardua tarea ha salido a la luz el talante amable, optimista y generoso de López-Otín, a quien se le puede ver frecuentemente visitando los institutos de la región para impartir charlas de divulgación. Es esta predisposición amable, aunque extremadamente profesional, lo que hace del científico una de las figuras de referencia de Asturias y un autor imprescindible en tiempos de incertidumbre.
La diversidad
La vida en cuatro letras surgió de un momento profesional oscuro y también desesperado en la trayectoria del bioquímico y explora qué es la felicidad y si la podríamos encontrar en nuestros genes. López-Otín explora esta posibilidad a través de algunos de sus casos, pero también de sus propias vivencias, algunas felices entre las que destacan los momentos con sus hijos; y otras duras, como los últimos años de su padre o el accidente en el que perdieron la vida sus cuñados y sobrinos. Para realizar esta exploración toma como reference los 14 días de felicidad plena de los que habla Abderrahman III y, a través de 14 capítulos, el autor nos acompaña en un viaje complicado a través de la bioquímica y la genética que logra simplificar gracias a sus dotes como divulgador.
La enfermedad
Destacan las críticas a la inmortalidad, y López-Otín se pregunta si realmente queremos ser inmortales en lugar de simplemente vivir sin enfermedades. Incluso llega a presentar casos de personas jóvenes con enfermedades incurables que han pasado tiempo en su laboratorio y quienes se han enfrentado a la vida con optimismo, sabiendo que lo peor ya les ha pasado y que, aún así, siguen vivos. Argumenta que la enfermedad solo existe si hay vida y, si queremos seguir vivos, no nos queda otra opción que aceptar la certeza de que, antes o después, caeremos enfermos. Aquí no nos queda más que rendirnos ante la evidencia.
La felicidad
La felicidad es, para muchos, la ausencia de muerte. Para López-Otín la felicidad es la ausencia de enfermedad y se compone de mil y un pequeños momentos familiares, profesionales y personales retratados con tal cariño y tal ilusión que la felicidad inunda cada página dedicada a este tema. Una cena en Madrid con su hija Laura, una ruta Italia-Oviedo en camioneta y muchas, muchísimas canciones y novelas (correctamente reverenciadas al final de la obra, pues las costumbres de la investigación son difíciles de evitar) hacen de la vida lo que es: un proceso complejo y lleno de altibajos que debemos navegar.
En este proceso destaca la capacidad innata del ser humano a pensar de forma negativa. López-Otín nos explica que estos patrones de pensamiento están justificados biológica y evolutivamente, pero que está en nuestras manos desviarlos. Casi como si de un libro de hygge se tratase, López-Otín insta a celebrar el día a día y los pequeños momentos y recomienda la meditación diaria como una de las mejores herramientas para luchar contra este imperativo evolutivo que tantas vidas puede arruinar.
La vida (en cuanto letras)
En resumen, La vida en cuatro letras es un paseo por la vida de Carlos López-Otín, pues funciona como diario durante uno de los momentos más complicados de la vida del autor. El libro, gracias a ese tono íntimo y vulnerable, es un recordatorio de la belleza de la vida a través de sus complicaciones, sus obstáculos y la resiliencia que nos exige en los momentos más duros: la muerte, la enfermedad y los fracasos. También nos recuerda que hay millones de variables que no podemos controlar y que vivir la vida significa hacer frente a lo inesperado, intentando ser conscientes de los procesos y del milagro que implica estar vivos.
La vida en cuatro letras es uno de los libros de no-ficción más sinceros, realistas, duros e inspiradores que se pueden encontrar. Sin embargo, entre el caos, el azar y la enfermedad, el trabajo duro de López-Otín y su equipo, así como su incansable fe en la vida, hacen de esta lectura un texto imprescindible para los tiempos que corren. Porque es en la adversidad y en la resiliencia donde se forman los grandes científicos, pero también las personas.